Una red sin escala para pensar lxs Caribes flota(cione)~ / e~quirla~. Por: Jamila Medina Ríos (Cuba)
Una red sin escala para pensar lxs Caribes flota(cione)~ / e~quirla~
Por: Jamila Medina Ríos
Porque el pasado de esta isla solo puede verse en un retrovisor roto con espejos malpegados: recuerdos enmohecidos que están más cerca delo que parece.
MARA PASTOR, “Moho“
Entrar en el Caribe insular es encontrarse con las esquirlas de una granada, que se seca al solazo o se reabre con las lluvias. Fruto violento de las flotas que lo surcaron (fuertes, faros). Fruta violada por los cruceros que tocan los grandes puertos y por las lanchas que rehuyen o son tentadas por sus aguas bajas (bahías: guardafronteras, aduanas). Paisajes cercad/nos y preteridos, llevan un fondo musical de sirenas y luces (cómplices o alertas) en la noche.
Bautizadas primero entre la imaginación de Cristóbal Colón y las expediciones, el arco de las Antillas exhibe aún los remanentes del fiat lux fundacional cristiano, que las asemejan a las páginas de un santoral, generalmente masculino, mas no solo, con Saint Vicent (y Granadinas), Saint Thomas, Saint John, San Cristóbal/ Saint Kitts (y Nevis), Saint-Barth, San Martín: repartida entre Francia y Holanda, y Sint Eustatius; y así también con Saint Croix, Santa Lucía y Santa María la Redonda y de la Antigua. Marca católica tienen igual (y femenina) Guadalupe (por lavirgen), Dominica (aunque descubierta en domingo), como María Galante, las Islas Vírgenes y las Providenciales, La Deseada/ Désirade, La Española, Juana o Fernandina hablarían a un tiempo de la castidad y la voluptuosidad, de la pleitesía y el contento a las damas, y de la madre patria.
Renombrado para hoy con otra pragmática, el rosario insular puede ser recorrido en zigzag entre islas más y menos conocidas, incluso privadas, para pasárselo bien, para pas(e)arla(s) mejor. Así, yendo de norte a este, por ejemplo, se hallará que las Berry Islands tienen a Great Stirrup Cay (de la empresa de cruceros Norwegian) perotambién a Coco Cay (como llaman a Little Stirrup Cay los de Royal Caribbean). O que Little San Salvador Island (en manos de Holland y Carnival) ahora exhibe otro nombre más sonoro: Half Moon Cay. La coquetería cortés ha afianzado, con la economía de servicios, un exotismo (cocoteros, mediaslunas: lunas de miel) que ya estaba en los cronistas admirados y que el extractivismo (no minero, sino playero) sabe capitalizar. Herencia y gracejo “natural” que, a su modo, exhiben las islas que aluden a la figura-presencia de sus aves y “monstruos”, como las Caimán, Culebra, Anguila (y Barbuda, por las rarezas aéreas de sus higueras), Gato, ¿Palomino?, Tórtola...
Mapa fragmentado por las huellas del coloniaje; reunido a capricho bajo la bandera de las “potencias” que en su momento lo fueron bojeando, “descubriendo”, “conquistando”, haciéndolo puerto de idas y vueltas al Viejo Mundo o encrucijada de la piratería, expoliándolo, canjeando o dejándolo ir cuando mermó el frutar de sus plantaciones..., las cicatrices del Caribe (así encarado y religado y allanado, sobre todo, tras la posadura del imperalismo estadunidense aquí) se traducen en diversidad. Malla de lenguas (español, francés, inglés, holandés..., alguna vez danés), desgajadas y en contacto, que originaron una maraña de idiomas criollos: creoles (de base francesa, inglesa, holandesa), alimentados (entre sustratos y adstratos) por los barcos del antes y el después de patrones y esclavizaciones.
Si irónicamente el turismo las conecta con cruceros salidos, por ejemplo, de Miami y Port Everglades a Las Bahamas, pasando por Nassau; con llegadas a Barbados, Saint Thomas o Saint Kitts; con estancias para compras y excursiones en Santa Lucía (y sus Pitones) o Tórtola (por las fotogénicas arenas de The Baths, en Virgin Gorda); si incluso hay barcos que llevan a Saint Barth, Dominica o Grenada, para los locales, en cambio, desplazarse de un Caribe a otro Caribe (hasta dentro del propio marco del español) puede asemejarse por su complejidad a una empresa del tiempo de Colón. El espacio enfatiza y encarna simbólicamente las barreras (culturales, geográficas, históricas, políticas, religiosas, lingüísticas) de una unidad que amenaza con disolverse, como atravesada por sus consuetudinarias turbulencias (entre huracanes, inundaciones, terremotos y enfermedades tropicales, al acecho del calentamiento global).1
1 Está demostrado que la recurrencia de las enfermedades típicas del trópico ha ascendido con el calentamiento, así como otras afectaciones a la biodiversidad: la desertificación, la infertilidad de los suelos, la escasez de agua dulce, el derretimiento de los casquetes polares, el aumento del nivel de los océanos y de la intensidad de los fenómenos meteorológicos.
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2 Para mediados de 2021, y con un proyecto a las claras retrasado por la pandemia, se decía que InterCaribbean (expandida en la región por 2013, con salida de Turks y Caicos, y bases en Santo Domingo,Tórtola y Barbados: esta última desde 2020) sería la única aerolínea de la región en conectar Cuba y el Caribe Oriental.
También porque es probable encontrar los Caribes subsumidos (y por tanto muy exiguamente incluidos) en compilaciones mayores que los relacionen con Europa (bajo la etiqueta de Hispanoamérica) o con regiones coloniales de otros continentes (como las francófonas), sino con América misma, o porque su visibilidad se ha restringido a menudo a movimientos folcloristas o poscoloniales (atendiendo a su raíz africana); y dada, por demás, la perentoriedad de crear plataformas que faciliten su investigación comparatística (intracaribeña), son cruciales los esfuerzos de antologación y traducción que pueden rastrearse. Entre los contemporáneos, por ejemplo: Palabras de una isla/ Paroles d'une île. Primera antología poética de la República Dominicana y Haití (Santo Domingo, Ediciones de Cultura, 2012, 373 pp.), que reúne, con el traductor bilingüe Gahston Saint-Fleur y publicando cada una solamente en el idioma ajeno, las mitades de La Española (o mejor, de AyitiQuisqueya, tal cual las rehace el poemario homónimo de Michelle Ricardo, Anticanon, 2019). Otras intentonas las constituyen: “Truenos y caracolas del Caribe holandés: un mirador a la poesía de Aruba y Curaçao” (en manos del escritor Arturo Desimone, pronta a salir, acaso con inclusiones de Bonaire); Haití en femenino: Veintidós voces (John Nelson, CONEL Publishing, Canadá; versión al español: Cristina García, María García y Alejandro Múnera); o The Sea Needs No Ornament/ El mar no necesita ornamento: A Bilingual anthology of contemporary Caribbean Women Poets (Peepal Tree, 2020), editada y traducida por Loretta Collins Klobah y Maria Grau Perejoan.3 Nótese que las dos últimas, reúnen exclusivamente voces femeninas, lo que en una situación de subalternidad y desplazamiento como la descrita viene a llenar lagunas notables.
Por sus circunstancias e imaginarios, la producción de creadoras en el Caribe (pienso por igual en colectiva/os, residencias y editoriales, ar/ctivistas, blogueras o youtubers, periodistas, guionistas, performeras, gestoras culturales, curadoras, diseñadoras, tatuadoras, grafiteras) vendría pues a mostrarse entreverada ‒desde una perspectiva cara al femenismo y a las prácticas descolonizadoras, en consecuencia con las preocupaciones regionales y glocales, pero aterrizada-amerizada-alunizando en su propia agenda‒ por temáticas que especifican o expanden e interconectan sus intereses. Así la propia conquista (y la memoria familiar), la economía (más doméstica que de mercado: reproducción versus producción), el antirracismo (el cuarto-cuerpo-eros propio y el cimarronaje), la disglosia (resistencia, apropiación, fisión del lenguaje), la espiritualidad (m/ritos, saberes, artes), la violencia (denuncia, #yosítecreo, acompañamiento, resiliencia, empoderamiento), el amor (la anarquía relacional y lo queer, la sororidad contra toda discriminación, las carencias y los afectos) y el abogar (armónico, responsable) por una ecología situada.
En un contexto genético donde las poetas han acostumbrado a equipararse e identificarse con esas ínsulas (estereotipadas y exotizadas ya desde sus denominaciones como santas, bestias u objetos de placer), resulta crucial esa última veta (pensada dentro de la ecocrítica y el ecofeminismo, desde una plataforma entretejida especialmente para el Caribe por la investigadora insular Paula Fernández-Hernández, a quien apelo gustosa aquí). No en balde lo álgido del tema, puesto que nuestro cronotopo sirvió de caldo de cultivo y base de operaciones para la expansión capitalista, cediendo cual moneda corriente a la extracción de recursos naturales de su “seno”, a la penetración/posesión de su “útero”, mediante la ciencia y la tecnología, y a su seducción como tierra feminizada por el ímpetu agrícola masculino. Globalizadas sus mercancías y erigidas en repúblicas (de perfil alegórico mujeril, por cierto), se las convirtió en dependientes del monocultivo y las exportaciones unidireccionales, así como se instrumentalizó a las mujeres cual entidades de bienes y servicios (desde la educación de los hijos hasta el sexo transaccional, pasando por prácticas de cuidados).
3 Suelen ser más comunes las reuniones de poetas del Caribe en español, como demuestran: Los nuevos caníbales v.2. Antología de la más reciente poesía del caribe hispano (Santo Domingo: Ediciones Unión/ Editora Búho/ Editorial Isla Negra, 2003); Mujeres como islas II: antología de poetas cubanas, dominicanas y puertorriqueñas (Ediciones Unión, La Habana, 2011), con un primer tomo de narrativa femenina (2002) o Isla escrita: antología de la poesía de Cuba, Puerto Rico y República Dominicana (Amargord, 2018).
Internándome y religando los territorios que he podido alcanzar poco más que con la mirada (Aruba, Haití, Puerto Rico, República Dominicana, Jamaica, Bahamas, Trinidad, Barbados, Islas Vírgenes...), y escrutando asuntos como la comunidad, la memoria, el amor, la lengua, el cuerpo, la (re)producción, la insumisión al poder y el entorno, me interesaría explorar ‒en una especie de catálogo (de otras naves)‒ algunas creaciones, o mejor flota(cione)s, del Caribe, en diálogo con escritoras y artistas cubanas (cultoras del grafiti, el cartel, las ediciones alternativas, la performance o el video). Me remitiré por ahora a las primeras, buscando dúos o tríos de letra- imagen-sonido para ensayar una plataforma inspirada en las antiguas operadoras telefónicas y en las ondas radiales, así como en las redes sociales de hoy (Telegram, Instagram, WhatsApp) y principalmente en las redes de escala libre. Glosaré las obras cubanas (consignando solo su nombre y no su lugar de nacimiento ni de residencia); y, a la par, insertaré textos de otros Caribes4 en el ecosistema que mejor conozco (por haber habitado sin interrupciones allí desde 1987 hasta 2020, y formar parte hoy del archipiélago que se repite entre el vaivén de la cercanía y la distancia, así como de su ser-en-común, sus comunidades más allá del territorio).
Apelando a Édouard Glissant y a su poética de la relación (de trasunto rizomático), como experiencia y saber compartidos e identidad que se despliega en relación con el otro, asumo productivo repensar el Caribe desde los tópicos y las matrices que él tan bien esbozó. Barcos, exilios, nomadismos circulares o errancias que fugan de las raíces unívocas, desarraigos que redundan en identidad. Fundación de imaginarios relativos, latentes, abiertos, sin fijeza ideológica, en sintonía con todo lo posible, multilingües, creolizantes, difractados como el mar que nos rodea y contiene. Repeticiones que se ex/ntienden como filiación y opacidades que abrigan lo diverso, engendradas al calor de la violencia de la dominación y de la plantación; y, en ese encierro estratificado: locus solus, el mestizaje impuesto o elegido; la palabra directa-humillada-disfrazada que musitó y musicó en los creoles su libertad ya como grito.5 El caos-mundo y el barroco; la oralidad y la memoria; cada individuo como solitario (con derecho a lo irreductible) y solidario (relacionado, relacionándose, siendo en relación con...).
4 Dado que no emprendo un análisis estilístico, sino que me muevo buscando recurrencias temáticas, los poemas de este breve catálogo razonado de poéticas femeninas caribeñas aparecerán todos en traducciones al español. Excepto la poeta arubeña (“Truenos y caracolas...”); cuatro puertorriqueñes: Nicole Delgado, Mara Pastor, Raquel/Roque Salas Rivera, Ana Portnoy; cuatro cubanas: Legna Rodríguez Iglesias (Título), Katherine Bisquet (Uranio empobrecido), Martha Luisa Hernández Cadenas y Damaris Calderón (7 poetas cubanas contemporáneas), así como la haitiana Evelyne Trouillot, el resto de las voces que aquí engarzo pueden leerse bilingües en The Sea... o Haití en femenino... Las imágenes de las artistas visuales han sido tomadas de sus páginas de Instagram o de archivos que me han compartido generosamente. También agradezco a poetas como Nicole Delgado, Mara Pastor, Katherine Bisquet y Martica Minipunto, Eilyn Lombard y la propia Legna por pertrecharme con textos suyos. Para consultar los poemas en español y el resto, en su idioma original, cfr. la Bibliografía.
5 La traducción al español dice: “las melodías, sincopadas, recortadas por las prohibiciones y liberadas por el avance de los cuerpos, producen su lenguaje. Estas músicas, nacidas del silencio ‒negro spirituals y blues‒ continuaron sonando en los pueblos y en las ciudades pujantes‒ jazz, biguines y calipsos‒ estallando en los barrios y las favelas ‒salsa y reggaes‒ [...] Estas músicas son el grito de la plantación, transfigurada en palabra del mundo” (107).
Además de esa plataforma que considero que retrata el Caribe con mucho acierto, me interesa activar tres ejes del pensamiento del autor: la estética de la tierra (opuesta al territorio, que es base de la conquista), la palabra-música y el caos (como meditación experimental y no lineal de la ciencia, ya no de la computación, que él rechaza en algún momento por binaria). De la primera, se pregunta y cito:
¿En el famélico polvo de las Áfricas? ¿En el barro de las Asias inundadas? ¿En las epidemias, las explotaciones ocultas, las moscas zumbando sobre los cuerpos esqueléticos de los niños? ¿En el silencio helado de los Andes? ¿En las lluvias que arrasan favelas y villas? [...] ¿En las barracas de barro que coronan las minas? ¿En los desagües de las ciudades? ¿En el viento aborigen destrozado? [...] ¿En el cerco? ¿La choza? ¿La noche sin luz?
Así, apela por una “estética de la conmoción y la intrusión”, de “la ruptura y la conexión”, y espera hallar la idea de entorno en pos de la ecología, para fomentar un “amor por la tierra” en tales “paisajes de desolación”. Su retrato no ha dejado de ser actual para muchas de las regiones de nuestros países, y es parte de lo que veremos en tantas de las escrituras que piensan el medioambiente desde su ser en relación con el poder y las insubordinaciones. En cuanto alpensamiento científico que reencontrado con el arte halla una forma poética de discurrir, es según él una modalidad no lineal, alejada de la pulsión conquistadora, del movimiento en flecha; abocada más bien a lo circular, ese caos fluido, variable, incierto en tanto inaprehensible, “si se quiere, lleno de invariantes”. Me seduce sobremanera esa idea para conectarla con otra que prolonga su teoría de la relación. Pensar un mapeo de la conexión entre los Caribes marítimos (y sus islas) a partir de las redes de sentido de escala abierta o libre escala. La teoría concibe una red compleja en que algunos nodos están altamente conectados, o sea, poseen un grán número de enlaces con otros nodos, si bien el grado de conexión de casi todos ellos es por lo general bajo. Tal estructura ha sido observada desde en la web hasta en las redes de amistad, pasando por las llamadas telefónicas, los envíos postales y el correo electrónico, el crimen organizado, la distribución eléctrica, el comercio internacional, el sistema nervioso y sus neuronas más usuales, los caminos y las rutas marítimas o aéreas, las citaciones bibliográficas, etcétera. Y luciría, pensada para otro espacio, aproximadamente así:
Siento que cuando nos intrincamos en el Caribe las relaciones entre las islas hispanas es consuetudinaria, sobre todo entre Puerto Rico-Cuba, mientras que la segunda ha tenido históricamente relaciones económicas con Jamaica y políticas con Haití, por ejemplo. No tanto así entre Cuba-República Dominicana, aunque también dependería de en qué áreas del conocimiento, el arte, los medios o las prácticas cotidianas estamos pensando. Téngase en cuenta que pudiera trazarse un mapa de estas redes ateniéndonos a distintos aspectos e irlos superponiendo. Y que sería disímil si el mapa fuera trazado desde el imaginario del Caribe anglófono o francófono, por estudiosos de allí o conocedoresde esos espacios. Centrados nuevamente en Cuba, digamos que las interconexiones sostenidas entre nosotros y el Caribe holandés son mucho menores que con el Caribe inglés, donde un nodo importante sería Jamaica, mas no tal vez Bahamas. En cuanto a los franceses o sus descendientes, con ellos hemos tenido y tenemos encuentros de muchas maneras. En cualquier caso, no pretendo ensayar, sino suscitar la posibilidad de con-siderar nuestros archipiélagos (como mirando las estrellas e inventando en ellas el trazo que haga nacer o dilucidar constelaciones) a partir de este concepto- imagen (diasistema o galaxia de galaxias) que, por una parte, aprovecharía la poética de la relación como generadora de nuestra cultura y, por otra, la aterrizaría en cronotopos concretos. Téngase en cuenta que se pudiera pensar por igual de modo diacrónico o sincrónico, viendo las interinfluencias que unxs y otrxs hayamos podido ejercer/ recibir sobre/de lo(s) que no somos nosotros, incluso a través de sus metrópolis, si bien no son ahora las interdependencias coloniales ni poscoloniales de las Antillas con los países del Viejo Mundo ni con los EE. UU. lo que me ocupa.
Viendo lo dificultoso de la empresa, por sus muchas posibilidades, a lo que sí tiendo e insto es a bojear más que a cartografiar redes de sentido entre los textos y las imágenes que conciernen a algunos de los temas contemporáneos que he visto abordar entre disímiles creadoras caribeñas. Experimento así otro modo de operar con la teoría de la relación y de pescar sentidos recurrentes con la red de libre escala.
Todavía con Glissant, a las melodías vistas nacer por él de la matriz plantacionista, creo que podrían sumarse acaso, de la modernidad acá, el hip-hop y el reguetón (con su perreo incómodo), así como el spoken word, el megáfono, el poxeo y otras inscripciones underground de las tribus urbanas (el tatuaje, el grafiti), con su expresión análoga en el universo paralelo de las redes, donde los mensajes son posteados. Me gustaría asumir este corpus multívoco como un rasg(ue)ado protéico y poiético (creativo, en el sentido griego), con su parte de efímero y sus ganas de perpetuidad, de protesta en que se yerguen, nunca a solas, el yo y sus circunstancias. De ahí que vincularé mis indagaciones sobre la poesía caribeña con otro interés que confieso antiguo y ya revisado (aunque solo aquí hallo modo de instrumentalizarlo en un contexto genético más extenso y proteico).6 Se trata de mis observaciones y mi pequeña colección de arte callejero de Cuba, y de circunnavegaciones recurrentes por las publicaciones de algunas de sus artistas en las redes, en pos de esos mensajes que nos interpelan hoy.
6 Se entrecruzan en el catálogo bojeos propios y notas que encargué como parte del colectivo de Rialta Magazine, donde escribí semanalmente como periodista cultural entre 2019 y 2020. El collage fue entretejido en diciembre de 2021 y revisado para la Fiesta del Caribe de Santiago de Cuba en julio de 2022, así como valorado para una futura antología de literatura caribeña, a publicarse en Puerto Rico. He actualizado varias zonas del manuscrito para El jardín de los poetas, a cuyas páginas agradezco el rescate de estas postales nostálgicas.
Permítaseme emprender una expedición de la que despliego aquí el mapa del tesoro: imágenes sur/realistas, soeces, amorosas, coloridas o en blanco y negro, geométricas, redondeadas, incómodas, que he recopilado quién sabe dónde y que no se han ido de mi retina.
Pensando estas glosas al campo cultural cubano y caribeño como sugiere su título, cual flota(cione)s de voces, discurro por dos canales de Telegram (Los susurros existen y ediciones sinsentido), una editorial independiente, tres fotógrafas (una de ellas, Evelyn Sosa: retratista femenina empedernida), una diseñadora y una dramaturga, dos colectivos (LEES y Cancha) y varias poetas. En cuanto a las firmas de arte callejero, pertenecen a mujeres que entran y salen del grafiti. De modo que llamarlas grafiteras sería obviar el resto, lo versátiles que son. Las he visto ser (con tantas otras): modelo, ilustradora, skater, diseñadora, tatuadora, arquitecta, historiadora, fotógrafa, restauradora, cibernética, stickera… Ni atadas a un espacio ni a un medio de expresión, ni tampoco por el salitre de la isla que lo desfigura todo; ni despojadas de su espíritu de resistencia mientras pintan en negocios y centros comunitarios y espacios domésticos. Dentro o fuera, los trazos del tiempo y el polvo sobre los grafitis, tanto como las huellas de quienes los miran palpándolos, los desgastan y los incorporan a las ruedas en movimiento de la urbe, al dolly sobre el que se graba la inacabable película de la vida.
A la primera, Carmen Barrueco Véliz (La Habana, 1994) –esa fulana que no es de tal sino letal–, la conocí con la promoción de la Residencia de Creación de Inservi, en octubre de 2019, o más bien por septiembre, con Ensayo Cero, en Galería Gorría, enclavada en La Habana Vieja, en la capital de Cuba. Como sucede con quienes entran en nuestros circuitos, desde que vi su trazo (pulso firme y dibujo limpio, “simple”), sus anuncios de fiestas y after parties ya no se me despintan. Aunque ella se mueve entre varios estilos sin desviar la mirada, mientras mutan/ se duplican/ se triplican los ojos interrogantes con que nos ve. Bajo la irónica marca de #peligro #graffiti, pegatinas por paredes y contenedores, de un poster de la calle 23 a la cabina de un teléfono público (esa fauna en extinción). Intervenciones en la Agencia del Rap, “la zona de los patineteros”, las carcasas del gimnasio de Ciudad Libertad y del Instituto Superior de Arte (ISA o Universidad de las Artes). Un “ogro” en San Isidro repitiendo: “Te lo dije!” –a Azul que responde: “Olvídate de eso!”– y el reciente mural para Voces silenciadas, donde flor y machete cruzan filos para denunciar los feminicidios. Animalejos, pelambres, trenzas, motonetas, dientes, cuernos y sonrisas crispadas. Dibujos a lo #keitharing y, entre sus frases célebres, marcadas por el #draw y el #instart: una serpiente que no se muerde la lengua para sesear: “no es/ vene/ no es/ mi opi/ nión/ pers/ onal”… Estridencia de amarillos, azules yrosados con los que ella se regodea a mano y a pierna suelta en ese perfil donde antes anunciaba: “Iʼm fuckinʼ around” y hoy reza: “Siempre atenta a Etecsa y frente a una pantalla con cosas malas” –como otro avatar suyo instagramero.
A la segunda, “Princesa sin reino”, sus seguidores de Instagram la conocen como azul.azula_ –el color que mejor le va a su pelo–. Gabriela Padrón Amoroso (La Habana, 1993) muy a menudo trabaja mano a mano – como lo hiciera lue.s– con fulanaletal. Azul y fulana grafitearon, por ejemplo, un muro de la Fundación Félix Varela, donde se las ve plantadas para pedir, de oído a oído –como en aquellos teléfonos que hacíamos de cajas de talco–:“escucha”. Algunas de las muchachas de azulapompina, azulapurpurina, azulaguadita o azula.pacotilla –como otros perfiles suyos presentes y pasados– piden a menudo amor, en globos de diálogo donde flota un corazón; si bien cadavez se las ha visto menos melancólicas y mucho más empoderadas en su ser-estar como féminas y conectadas con el barrio y el entorno. Llevan los ojos semicerrados, los labios sensuales, la nariz respingona y los senos al aire. El pelo les crece frondoso (a veces rojeante, la mar de las veces, azul), y cuando seinclinan como echando la cabeza hacia atrás, se les despliega como red o estrella, como afluentes de un río en que flotan y nos mecen. Estos grafitis o “naifart” –como ella los llamase– suelen encontrarse en trazo sencillo sobre cajas de grises registros eléctricos y en algún viejo almendrón, o hechos con spray sobre las paredes. En Instagram, los ha publicado con hashtags como #vandalism o #underart, #girlpower, #totabien, #coolshit… También campean en murales como los del proyecto comunitario Akokán; o en San Isidro y Gorría, donde una mujer le espeta al paseante en su Día Internacional: “No quiero tu piropo. Quiero tu respeto”. En otro recoveco de la red, en uno de sus perfiles del pasado (como azulapurpurina) canturreaba: “Un alien en mi terraza/ me está dando la brasa, me dijo/ la vida terrestre te tiene atacá…/ El cosmos te está llamando…” A pesar de que hoy parece evaporada de entre las caras de Azul, me detengo en la frase, pues proviene del playlist de unas muchachas catalanas, criticas ante la situación medioambiental;7 lo que subterráneamente abre el diapasón a referentes no caribeños, y reconecta el perfil de la grafitera con el ecofeminismo.
En tal sentido futurista y ecocrítico, cimbrea sobre este corpus un halo que se conecta, para mí, con libros e historietas: de ¿Adónde van los cefalomomos (Ángel Arango, 1964), Los mundos que amo (Daína Chaviano, 1980) y Un día de otro planeta (Alberto Serret, 1986) a El viaje (Miguel Collazo, 1981) o Univerzoo (Luis Bencomo, 1998). Alegría y nunca alergia por lo monstruoso. Como la de Galopo en mi caballo de espumas (1970), de Isavel Gimeno, un cuadro de la década en que llegó el hip hop a Cuba, y que duerme en una sala refrigerada del Museo Nacional de Bellas Artes, aunque bien podría estar tatuado en cualquier calle de la isla. Esto me conduce con suerte a una segunda conexión: “Invadirnos sería perder el tiempo”, un poema de vena humorística de la jovencita dominicana Thaís Espaillat, inclasificable, y que dice en parte así:
No creo que los extraterrestres se parezcan a mis vecinos o a los tuyos [...] Seguro se parecen más a las medusas invisibles, al polvo que flota en la luz, a las manchas de aceite. Y no nos hablan porque somos aburridos. Seguimos caminando, corriendo, volando en círculos y paralelogramos. Y ellos existen en las grietas de los relojes, las venas de los planetas que les huyen a los telescopios. O quizás [...] viajan entre nuestros satélites y salen en algunas fotos sacándonos sus mil lenguas, con baba que despierta un volcán a los lejos. Los extraterrestres seguro no escriben poesía, ni hacen películas ni cocinan en televisión, pero estoy casi segura de que tienen internet y usan Tor para espiarnos. Ahí es cuando se dan cuenta de que no valemos lapena, y nos dejan con nuestras drogas y nuestro porno y se alejan con sus tentáculos o sus cosas sin nombre todavía [...] Los niños miran al cielo y se dan cuenta de que ya no hay más deseos. Los astronautas se quitan sus cascos en protesta, no llegaron a la NASA mordiendo la capa de ozono para ser mineros. [...] Y los extraterrestres cada vez más lejos y más grande y más pequeños y más con formas ajenas, sus alas de fuego, sus dientes de nitrógeno, sus partes que no sé armar, ahogándose o respirando o abriéndose entre la basura y la escarcha, sonriéndoles a los millones de bebés tragones que han parido las estrellas muertas.
7 Un alien en mi terraza/ me estaba dando la brasa, me dijo:/ "La vida terrestre te tiene atacá."/ "La fibra óptica ya no te va."/Superficie granulada,/ qué grima me da./ Un cráter, un mechero./ Saturno tiene gas./ Gente despierta, gente avanzá./ Gente que piensa en la gravedá./ El Cosmos te está llamando./ Tell me, tell me, tell me cuándo./ Y por el camino (ah)./ Perrea, perrea, perrea como Laika./ [… bis]// La Vía Láctea es el futuro./ Aunque sea muy oscuro./ Aunque sea muy oscuro./ La Vía Láctea es el futuro./ Aunque sea muy oscuro./ Aunque sea muy oscuro./ Marte, el nuevo vecindario./ La hierba es cosa del pasado./ Vívelo ya, turismo espacial./ Aunque sea comercial./ Aunque sea comercial./ Una loncha de queso en el Universo./ No tengas fe, cree en el progreso./ Aunque luego vayas preso./ Aunque luego vayas preso./ Gente despierta, gente avanzá./Gente que piensa en lagravedá./ El Cosmos te está llamando./ Tell me, tell me, tell me cuándo.// Y por el camino (ah).// Perrea, perrea, perrea como Laika./ [… bis]// La Vía Láctea es el futuro./ Just sayin', just sayin'/. La Vía Láctea es el futuro./ Just sayin', just sayin'.// ¿Qué diría Galileo de la basura espacial?/ La basura baila sola, ella tiene rhythm./ Un pelo de Nixón, un cargador./ Un trozo de Sputnik, un ventilador./ Un clip, un pendiente, un adolescente./// (Las Bistecs).
La mueca ante lo absurdo de nuestra cultura, la ironía y la gracia hacen dialogar regiones y abren la mirada (así sea en sueños, así sea en piruetas aún desencontradas) hacia el cosmos ¿infinito?: ese espejo en que las estrellas-islas se iluminan entre sí con sus distancias e imantaciones.
A una calle de casa de mis padres, por el quiosco de periódicos de Goss y Santa Catalina, me encontré cualquier mañana de 2019, antes de que la barahúnda de la pandemia nos encerrara, con una de las muchachas cuellilargas de la tercera grafitera que les voy a presentar, Laura Soris Álvarez (La Habana, 1997) –para sus fanes, lue.s‒. En su perfil, donde se unen la bandera cubana y la estadunidense, desde que reside en Miami, describe: “beautiful boy, a lost boy/ chapucero, cosas de niños. Pinta con lo que sea, pero pinta!!! Amo las CRAYOLAS y Pixeles”. Poco después de ese encuentro, por uno de esos algoritmos de las redes –ya que Dios nos cría y el Instagram nos junta–, me apunté a seguir sus “galaxias”, también alguna vez conectadas con el modelaje de lue_foxieblue. Recuerdo el día que vi algo suyo frente a frente –con distancias por salvar, el placer fue parecido al de mi primer Monet–. Fueron el cosquilleo de mirar a los lados con la picardía de quien comparte el secreto, suyo o ajeno, de un amor prohibido –“un arrocito en bajo”, como dicen en Colombia–, y las ganas de decir: “¡Un lue.s!”, yel preguntarme quiénes ven este dibujo a plumón. O sea, quiénes se han detenido a retratarse con estas piezas imitando la sonrisita florida, las antenas mironas (y saltonas) en contrapunto con los ojos entrecerrados por la calma (o el llanto) de las que permanecen regias bajo sus cerquillos –incluso cuando esperan ser llevadas por la próxima ola en la arena, por la lechada de cal en el muro–. Como un mantra contra las borraduras –y aunque yo me puse tímida ante la oportunidad–, espero que nunca falten en ambas orillas quienes engrosen la serie “EN LA CALLE” de la autora, posando entre paredes y flechas de Google Maps rojo encendidas, orgullosxs de documentar el hallazgo de sus grafitis.
Yendo hacia otros predios, algo asimismo cósmico, fantástico, mítico encontramos en manos de pikyai, la cuarta grafitera de este mínimo corpus: una figura humana que gravita jalada por un sol naranja; una sirena rojiblanca, con cabeza lunar, pescando sobre el dienteperro de las ruinas. Su nombre es Jessica Betancourt Bosque (La Habana, 1994). En su Instagram había antaño un emoticón de unicornio y una frase de Radamufa: “Estamos hechos de la misma materia q los sueños”. Hoy, sin embargo, declara que allí “se sueña con los pies en la tierra y la cabeza en cualquier parte”, aunque sus coordenadas físicas y artísticas han sido por años las de Color Cojímar, colectivo de ese paraje costero y suburbano que tiene su aché comunitario –como el Alamar de Omni Zona Franca o la Santa Fe de La Banda–. Entre los murales que la identifican, está el dedicado al día de las madres en la Zona 2, con una jirafa hembra de senos burbujeantes: parte clave, por cierto, del hábitat de sus dibujos y de sus grafitis, desde que se le ocurrió plantarla en la isla como una flecha de Google. Por esa y por otras pistas, sospecho que muchasde las locaciones de sus posts tienen detrás el vaivén de la marea, zumbándole en las orejas, y que su mano está igualmente en el arte callejero firmado por quienes lo publican con hashtags como #cojímarpueblomágico, #tuaporteimporta, #HipHopCultura, #concienciacolectiva. En efecto, pescando en las redes, se la encuentra en la hechura del cosmonauta de Manson, protegido a su aire de la Covid y de variopintos virus. Como tachotattoo, pikyai se ha involucrado más recientemente en ese arte, que representa por igual a la grafitera capitalina Ana Lyem Lara. Con artistas así ornar paredes y cuerpos es mucho más que un acto a escondidas o en solitario, sino una continua conversación con sus espacios vitales y comunidades.
Personalmente, recuerdo la única vez que estuve a punto de hacer un estarcido: 2011, Ciudad de México, festival El Vértigo de Los Aires. Conocí a la poeta y editora boricua Nicole Cecilia Delgado, cuyos talleres editoriales (ayer Atarraya, hoy La impresora, de la que leeremos poemas aquí) son grafitis a pequeña escala. Al final no hubo espacio para el stencil pero me llevé mil fotos, unas mías y otras donadas por un amigo chilango. Hay que decir que, por la rapidez de los tiempos y la conciencia de reciclar que hizo surgir cartoneras como esas en Latinoamérica, desde Brasil o Argentina hasta México, Guatemala o Cuba misma (con proyectos de la Asociación Hermanos Saíz y otros individuales como Caminarte, Costanera, ediciones sinsentido, Peras del Olmo...), junto a losdeseos de despegarse de la serialización y con las ganas de compartir más de cerca objetos a su manera únicos, de manufactura a flor de piel, esos gestos y hechuras han sido un síntoma de la protesta contracultural que se alía a la lucha a favor del medio ambiente y el empoderamiento femenino.
Una ciudad grafiteada deja coger el pulso de sus libertades, mitos y protestas. Galerías o escenarios al aire libre, los espacios vestidos con estas artes exhiben anónimos consejos contra la mala vibra, la mala racha o el mal amor. A mi paso por Rusia en 2019 –no sé si por la nieve, lo poco que caminé, o porque es un país donde se pena fuertemente– no vi ni un grafiti; y solo después vine a seguir sus huellas: lunas y hojas sueltas de otoño, entre los pliegues de i_spy_things, cuyas fuentes, secas acaso entre guerras, siguen manando entre tiradas de tarot. En los últimos, tiempos, sito el azimut en los Estados Unidos, he tenido que reajustar la mirada para dar con las creaciones y rabi(et)as callejeras que me rondan. Si en New York, por ejemplo, se me hicieron evidentes, como en las barriadas de Chicago o Baltimore y en los predios de los skaters de Boston, en Providence, en cambio, se me resistieron hasta hallar sus escondites, pululando casi entre mis cejas. Más fácil fue ecualizar con las conversaciones de los taxistas emigrados (Dominicana, Puerto Rico, Nicaragua, ¡incluso Rusia!) y entrever las oleadas de caboverdeanos cazadores de ballenas, que a su tiempo propiciaron la iluminación urbana por allá. O tropezar con los murales sobre los Narragansett, para enseguida pensar en los pueblos originarios de esta vecindades que los peregrinos desagraroncomo New England. Alejarme del cordón estudiantil (sobre todo de Brown University y no del influjo de Rhode Island School of Design), en el pescante de trenes o desandando las calles y los túneles donde se alojan las voces “políticamente incorrectas”, entre pintadas a spray, demoró sin dudas más. Después dejó de importar en cuál esquina estaba plantada, porque descubrí en los postes y en el envés de sus placas dónde ocurren las animadas polémicas de stickers palimpsestados, mientras se rinde culto a la anarquía, los animales, el comunismo, la vulva, la masturbación o los platillos voladores… Bebiendo aún del mítico Obey the Giant –fruto fenomenológico de Shepard Fairey, quien no en balde fue alumno de Risd–, lxs artistas y lxs políticos locales no han cesado de susurrarme las pesadillas y los sueños del lugar donde hago por doctorarme y a ratos me sumo a las protestas sindicales del campus, por ladesinversión de empresas
involucradas en contaminaciones o genocidios. Es raro el corazón desajustado geográficamente, perdido en la traducción. Y lo sé de mis andanzas literarias como de jugar a habitar una ajenitud. Aprendiendo a leer (en) otros espacios, se amasijan pancartas, publicidades, topónimos, negocios, arte callejero y hasta señales del tráfico…, mas lo que es tela de poesía para unxs puede ser angustia de analfabetismos o sobresaturación para otrxs, mientras repercute y devasta ecosistemas, soci-edades...
Evoco a un amigo del colectivo Cancha, el artista visual Yornel Martínez, fundador de ediciones asterisco, quien coleccionaba volantes o anuncios de negocios y fiestas por La Habana de nuestros días mozos. Ese material, más efímero que el de las paredes, me lleva lo mismo a los stickers de fulana, que avisté en los postes de luz de la capital de Cuba, que a los que mi amigo Larry J. González recoge por la Florida para empapelar su refrigerador. Vuelvo en andas de mi bicicleta y apuesto a cuáles grafitis permanecerán todavía contra la inclemencia de lluvias y soles, sino contra el corrosivo cotidiano, o pienso en qué paisajes y cen-cerros me estaré perdiendo, agitados a un lado y otro de los márgenes de un país desbordado hace tiempo de su archipiélago.
Mi in/excursión sigue siendo, pues, una forma de hacerme presente en el allí que quiero aquí, lo sé: un ansia por ver prendida mi lucecita en la sinapsis del campo cultural de Cuba. A la inversa, seguir contemplando(me en) los garabatos de Providence me procura no estar desconectada del todo del puerto donde por ahora moro. Como si una bandada de mensajes des/conocidos pudiera sostener cabeza o pies y mantenerme a flote entre el marasmo de las desolaciones de toda costa. Por otra parte, en contubernio con estos retratos de salvación, propongo repasar el entramado de la isla a través de esa otra historia, casi siempre invisible, que no suele dejar grandes rastros por escrito, aunque influya en los imaginarios y en nuestras inscripciones propiamente “literarias”. Y me refiero esta vez a una red que sería considerada de escala libre, donde confluyen: tertulias, reuniones, presentaciones de libros y revistas, ferias, juegos florales, semanas de la cultura, angustias de influencias y amistades “peligrosas”. Hablo de un locus que ayer habité y al que hoy me asomo intermitente, entre redes y ven-idas que apenas me dejan contribuir con las arcas de las Cubas materiales de un lado y otro del océano.
Reviso el álbum ya casi insondable de Evelyn Sosa sobre mujeres clave de nuestro imaginario estén donde estén (como la deportista Ana Fidelia Quirot, quien exhibe en el cuerpo las marcas de un maldeamor), de emprendedoras y de tantas de a pie, junto a las series de parejas y de una Habana Cuir, y frente a las frases de amor, los parques, las cabinas telefónicas y las edificaciones que anduvo cazando hasta ir a parar a New York o Miami, donde sus pasos recorren escenarios des/semejantes. Pienso en Martha Luisa Hernández Cadenas: poeta, performera, editora, plantada donde sea que esté plantada. Despierto, allá y acullá, antier o mañana, con cualquier poema de o leído por Soleida Ríos, escuchado en Telegram, sino anidado por ella, con sus dedos pacientes, en Sinsonte (archivodevoces.cult.cu), y la imagino en su Café Bar Emiliana, en el Café Dulce para niños o, mejor, en una acera, en una esquina de La Habana Vieja, susurrándole a un paseante cualquiera, que sonríe ante el asalto de la poesía.
Me retrotraigo y voy atrás… Para reunirme con Cancha: en un estadio vacío, en una piscina olímpica, sin agua; yendo de deriva y en un tren lechero a una estación abandonada de un pueblo perdido de la geografía, solopara habitar esos tiempos muertos de la michohistoria; comprando ropa en el Mercado Industrial para
actuar algo que nunca decidimos qué será, que solo llegaremos a hacer cuando recompartamos latitud... Para entrar en el Instar de hogaño (el espacio de Tania Bruguera) por ver a Lynn Cruz presentar con espéculo el nuevo cine cubano, ese que casi nunca ponen en el Chaplin. Para caer de noche y desde El Eléctrico ¿o era El Vedado mismo? (donde estuve editando un libro interminable de canciones a La Habana u otro que engrosará mi corpus mambí) de cabeza en el Ministerio de Cultura, porque no puede ser, porque no queremos que se muera la flor... Es 27 de noviembre de 2020 y estoy por partir a Guyana. Luego vendrán los horrores de julio de 2021, que intentaremos volcar en Candela Review. Es abril de 2024. En silencio recibo, uno a uno, todavía, el nombre de las encarceladas por querer un país, redivivas en la voz, quebrada pero firme, de Eilyn Lombard.
De mi otra vida, recuerdo más: perderme el concierto en que Aleksandra Santiesteban rockeó textos de La bahía, fingiendo ser quien es. No dejar de ir a las funciones de Nara Mansur, cuando giraba, versionado, entre La Habana y Buenos Aires su Charlotte Corday. Poema dramático, mi texto favorito suyo, por su desmontaje de laretórica revolucionaria cubana. Bajarme de la bicicleta para hacerle una foto a un cine perdido en Marianao, y mandársela a Carmen Rivero en España, por si no lo tiene, para su atlas en perenne proceso. Ir a la Fábrica de arte a una exposición de Jenny Sánchez, mientras le pido que me deje ver al fin su trabajo audiovisual con Rezak, o visitarla en su estudio del centro Fe del Valle, donde ya no la hallaré más. Leer por video llamada (¿o era un audio?)para Martica Minipunto un trozo de algún texto de ediciones sinsentido: el que yo guste, el que me saque los colores. Presentar un libro de Legna Rodríguez Iglesias en la Uneac, un libro candente, actual, risueño, descoyuntador de frases hechas, como ella toda: Tregua fecunda. Escuchar leer a Damaris Calderón sobre la muerte, de la mano de Sigfredo Ariel y presentada por la sinpar Basilia Papastamatíu, ¿en el patio del Centro Dulce María o en la Azotea de Reina [María Rodríguez], encima del Instituto Cubano del Libro? Editar, publicar y reseñar Algodón del sueño, cuchillo de los zapatos, los gorjeos entre la nieve de Alessandra Molina, sin entender lo que significa crear lejos de la casa y el árbol. Escribirles a mis amigues latinoamericanes (especialmente puertorriqueñes, mexicanes, chilenes,especialmente de España), para unirlxs al encuentro de Jóvenes Escritores cuando el agua regrese a la tierra.
Vuelvo a San Lázaro y M. Para bajar los cinco pisos del Edificio Andino y entrar a casa de Elenita (Elena Molina), ahora coordinadora de ArtHaus en La Habana, donde me hallo a mí misma en el umbral presentando un libro con Eilyn. Antes de que ella se invente Candela y me pida acompañarla en ese viaje afro-trans-queer- feminista y descolonizador, nacido a ocho manos; antes de que Azul nos sueñe un logo y añoremos mucho juntarnos con lenguas caribeñas a prender nuestro fuego. Parecen cinco años o dos siglos. Se trataba de Katherine Bisquet; ¿o era al revés?: ¿y eramos Kate y yo hablando a cuatro ojos de las tierras coloradas de la Ciudad Nuclear, que según el mito dejan una mancha que nada más se quita con agüita de allí? Se acaba todo pero no subo, porque están los muchachos de Balada Tropical, que no conocía, que son tan jóvenes, tan simpáticos. Por qué irme si en menos de lo que canta un gallo Marién Fernández hará su performance vespertino en ArtHaus (¿o será en otro lugar del Vedado?). Dónde estar mejor que aquí si en un ratico Inservi presentará un programa donde la creación pasa por el cuerpo, el sexo, el yo y el tú, como una descarga eléctrica, donde todes se divierten haciendo cosas con las manos y los pies. Artes manuales, arte actuante, danza plena del ser en esta tierra y en este instante.
Me veo acullá y me veo aquí desde el allí. Y solo pienso en las ganas que tenemos de empezar de cero siempre en las islas, posades en sus plataformas fragmentadas, sin importarnos que el retrovisor esté roto. En el nudo, por los nodos, veo un nido en mi deseo: una alegoría del malestar y las quimeras de otros Caribes y el mundo. Oigo un canto de pájaro que se va con el cambio de estación, y cuyo cuerpo incómodo, como una bandera contra el viento, lo impulsa a volver a las arenas, a los montes. Es (re)hacer(nos) lo que cuenta, con todes y para el bien…; ni esclavxs de la ortodoxia ni esclavxs del capital. Tarareo un poema boricua de Salas Rivera que cabe en el bolsillo (“t de liberación trans”) pero crece hasta llenar el pecho: “lista de metas educativas// la liberación cuir y trans/ el fin de los centros de detención/ la liberación universal de todas/ las personas oprimidas y marginadas/ el fin del colonialismo en puerto rico/ el fin de la supremacía blanca// queremos acceso libre a nuestras vidas”.
Con todo eso en la cabeza, ensayo un collage posible, como quien hace un barco de papel para echarlo en las lluvias que pasan por la cuneta. Con miedo y alegría de verlo flotar. Con espíritu libre, que emule nuestra raíz Caribe (y también aruaca, ciboney, taína, ciguaya, macorí...).
Todavía explorándolo y acomodándolo en mí, aunque no lo miro a fondo (sino apenas los esbozo con mis colecciones de grafitis, más allá de Cuba), dado que en las islas “vinimos [como quien dice] de los barcos”, sé que otras de las conexiones que habrían de establecerse para bojear nuestras geografías creativas son los nodos de las migraciones que abren los archipiélagos a repetirse donde el ojo de ciclón los pose (en destinos predominantemente coloniales o imperiales, donde entre resistencia y diglosia se siguen generando artes). Y asimismo, podría resultarimprescindible re-conectar los sedimentos del Caribe insular en dos planos clave: ora con nuestro continente y lasvecinas plantaciones con las que compartimos una dura hermandad hereditaria, de heridas, como región Afroamericana central, que va de los EE. UU. a Brasil; y ora con el globo todo, volviendo a recorrer las rutas de comercio, explotación y extractivismo que nos arrasaron y constituyeron, así como reviviendo los viajes y las filiaciones que nutrieron el imaginario, las imágenes y la imaginación de estos mares. Los vestigios de esas puntas de veleta (del óxido a la ráfaga, de la llovizna a la descarga eléctrica) campean en cada siembra-cosecha queemprendamos. ¿Quién se anima a juntar estos retazos con los trozos de espejo de sus propios bolsillos?
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La rapidez de unos tiemposen que la tecnología vadejando atrás las
carcasas de losobjetos “obsoletos”, el mar por todas partes (leitmotiv de Virgilio Piñera), el amor y su perenne dificultad se intersecan en estos textosde Cuba (con L.R.I., 1984),Puerto Rico ( con M.P., 1980) y República Dominica (con Karol Starocean, nacida en 1981).
}
@cancha_cancha: colectivo diseminado entre La Habana-Caibarién-Miami-Eurasia-Providence (Larry J. González, Martha LuisaHernández Cadenas, Yornel Martínez, Marien Fernández, Legna Rodríguez Iglesias, Rogelio Orizondo, Jamila Medina Ríos). Rehabitaronespacios huecos de la geografía y la dinámica insular en Mercado Industrial (el fotograma “Miami” es de una acera de Centro Habana)/ Derivas: Punta Brava (video: Martica Minipunto)/
Lecturas deportivas (fotos en La Habana: EVELYN SOSA)
Serie: Hershey ciudad perdida (poblado modelo estunidense, ubicado en Matanzas y conocido por su treneléctrico; otrora crecido en torno a una fábrica de chocolates y al ingenio del que se extraía azúcar para confeccionarlo).
Serie: Destierro (entrevera desperdicios, espacios, objetos, estructuras, habitáculos y autos abandonados,
donde la tierra tampoco es fructífera). Alude (porque es frase clave de la política colonial) al abandono de lamatria, como el poema de D.C., quien engarza el ritual del café cubano como gesto de hospitalidad que nos acompaña,
con el drama de los balseros.// Ambas inversiones del paraíso de las islas caribeñas (playeras y frutales) se dan en “Escisión”.
Jenny Sánchez:
serie: hilo + hilo
(con LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS,
para el libro homónimoque se intrinca en lodoméstico, en el homoerotismo
y el cuerpo femeninos).
CARMEN RIVERO: Atlas de los cines habaneros. La autora ha documentado este fenómeno de abandono arquitectónico de una estructura que ha sido sustituida en todo el globo por la televisión, la internet o las salas de visionaje en los centros comerciales. Lo impresionante de Cuba es acaso el cuantioso número de cines que hubo y las disímiles transformaciones de estos lugares. La segunda imagen pertenece al barrio Chino en La Habana, lugar que recupera en su esplendor migratorio, para la memoria urbana y matria, MARTHA LUISA HERNÁNDEZ CADENAS./ Nótese el contraste entre los “chinos” de antaño, que formaron parte de los sedimentos de nuestras naciones, y sus presencias imperiales de hoy (en las mercaderías de pequeño formato y en su dominación en el mercado mundial), a lo que nos asoma M.P.
La ilustración (que acompaña junto a otras los textos de K.B. publicados en Rialta) pertenece al poemario Uranio empobrecido y representa uno de los domos de la Central Electro Nuclear de Juraguá (CEN), en Cienfuegos, provincia central de la isla. Este lugar-imagen de nuestras utopías abortadas (que nunca llegó a estaractivo, aunque para ello se formaron ingenieros en los países del antiguo campo socialista, y se construyó un reparto en sus inmediaciones) ha sido revisitado por el fotógrafo Alejandro González, y aparece audiovisualmente en Bretón es un bebé(Arturo Sotto Díaz, 2008), La obra del siglo (Carlos Machado Quintela, 2015) y Labahía (de Ricardo Sarmiento y Alessandra Santiesteban, quien publicó en ediciones sinsentido las prosas poéticas homónimas, presentadas en un conciertoperformático).// La incursión de MARA PASTOR (“Hoy es lluvia ácida”) explora, ampliándola, la repercusión de las acciones irresponsables del hombre en el medio ambiente y nos cuenta cómo vivir ese día a día dentro de un ecosistema propio (el hogar como “pequeño sistema económico”: L.R.I.). El problema se enfrenta desde laresistencia de la individua (en su michohistoria, donde también puede ser lluvia y tierra), y hace por vivir a su “propio aire” (PIKYAI, infra).
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Canal de lecturas poéticas de SOLEIDA RÍOS (autores de todas partes).
En la foto del perfil: Susurros (una de las acciones consuetudinarias
más singulares entre las convocadas por la autora; la otra es registrar sueños).
El nombre del canal (que no su práctica) proviene de descubrir el libroAbecedario de la danesa Inger Christensen, quien también dirá: “los susurros existen...”, junto a todo lo bueno y lo malo que en el mundo ha sido, y ella va desgranando
de la A la Z. El interés por su entorno y la pasión por leer el libro de lanaturaleza, por adivinar en él consejos y secretos (como en los caracoles, las runas
y las cartas del tarot de S.R.) acompaña estos versos. Los susurrospueden representar más que una sororidad de claustro, cuando elbosque acompaña...
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NARA MANSUR: post de Chesterfiel Sofá Capitoné (frag./ ediciones sinsentido, basado en la visita de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre a Cuba)./ En este conjunto se entrecruzan (en las cinco islas) las angustias que nos visitan (y las alegrías o el humorincluso, con el diario Amoná de NICOLE DELGADO y el fantasma de K.S.), al vivir entre mares y ciclones, terremotos y tierras... tantas veces baldías.
La preocupación por la industria nacional, como por latierra y sus ciclos entrampan con la nostalgia por los frutos, los (c)olores y los sabe/ores de antaño, comoen El arca de Mima.
La publicación de Sofá... porsinsentido se acompaña de un juego de postales, con fotos de lapareja, y de la mueblería
cubana producida localmente por laEmprova (aún hoy visibles en casas cubanas, instituciones y hoteles). Poneel acento sobre el abandono de los rubros nacionales junto al problema perenne de la zafra y la agricultura(hoy diezmadas, entre otras causas, por el desmontaje de centrales comoHershey, por el marabú y la sequía).// LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS abraza asimismo ambos temas (cañas y amor, a partir de otra pareja
de escritores), en cruce con lo político.//JEANIE JOURDAIN BOGART (“El grito”, infra) entra en
el cañaveral por la raíz de la esclavitud haitiana y hace una lectura de fe, desde los EE. UU. de Obama, lamentablemente inactualen el panorama de hoy, con niñoslatinoamericanos deportados allí
y tras el magnicidio de Jovenel Moïse.
Lectura poética trasatlántica enTelegram de textos publicados por edicionessinsentido (la captura corresponde a Charlote Corday/ en la primera imagen: MarticaMinipunto). El empoderamiento se ejerce comoasesinato o repensando símbolos y jerarquías.
Las mujeres rurales/ somos más de un tercio/ de la población mundial,/ y el 43 por ciento/ de la mano de obra agrícola./Labramos la tierra,/ y plantamos las semillas/ que alimentan naciones enteras./ Pero, el hombre/ nos condena a la pobreza,/nos priva del mismo acceso a la tierra,/ créditos, materiales agrícolas,/ mercados y cadenas de productos/ cultivados de altovalor./ En su lugar, nos convida/ al trabajo invisible y no remunerado/ llamado amor incondicional,/ sacrificio de madre,/abnegación de abuela,/ ejemplo de esposa./ Y, así callamos esta violencia/ de vivir en peores condiciones/ que los campesinos/ y las mujeres urbanas./ Por eso, nuestros actos políticos/ son producto del afecto.// Ayer, fui una mujer de Lares/ con trenzaslargas./ Enseñé a muchos hombres/ a organizarse y luchar/ contra los colonizadores españoles./ Pero, la historia me recuerda/porque cosí una bandera/ para que un hombre diera la misa/ y otros hombres declararan la República.// También fui una mujer/que criaba gallinas ponedoras/ en Arecibo, Puerto Rico./ Mis hijos/ se alimentaron de sus huevos/ de un amarillo feroz/ como elhambre./ Y con la mantequilla y la leche/ de las vacas que ordeñé/ todos fueron a la universidad./ Algunos dejaron la isla/ paraabrirse una esperanza/ de otro color/ el de la migración./ Su producción intelectual/ es materia de estudio/ en varios países./Nadie habla de mí.// Hoy soy una de las patronas de Veracruz./ Cocino para cientos de migrantes/ centroamericanos que viajan/encima de un tren/ hacia los Estados Unidos./ Almaceno la comida,/ la reviso, la preparo y la sirvo./ Espero a la orilla de lasvías./ Cargo bolsas de comida caliente/ y agua fresca/ porque algunos no han comido/ desde hace más de una semana./ Corropara estar lista/ para el paso de La Bestia./ Y les lanzo los alimentos./ Con esta obra de afecto/ desde mi cuerpo agreste/ y mis manos rurales/ no solucionaré el mundo./ Solucionaré la vida./ Y eso es algo./ Porque querer a la gente no cuesta,/ sonhermanos de la humanidad./ [...] Me toco el pecho desde lejos./ Este amor me pinta el vientre/ de colores alucinantes./ Mira misespigas de un barroco antillano,/ naturaleza salvaje./ Mi piel queda al relieve/ tras la plancha perdida/ de la versificación/ queirrumpe con violencia/ esta madera de donde brotan/ ojos, bocas, lenguas, torsos,/ animalia, destrozo/ creador de la vida./ Fíjatebien,/ hombre,/ ahora mismo/ todos los animales/ se alargan como el trigo/ en saludo glorioso/ a las mujeres rurales/ comoesperanza de futuro/ y entre todos ellos/ hay un espacio para ti Frente a la xilografía sin título (2000) de Marta Pérez García:CINDY JIMÉNEZ
Año X, n° 18, primer semestre de 2024. ISSN: 2469-2131.
Antología. Jamila Medina Ríos
Las tres puertorriqueñas tejen la memoria de “las hijas/ lasmadres de la patria/ a media asta/ (Una mancha)/ (Cardúmenes)”, como les llama DAMARIS CALDERÓN (HospitalOncológico), al pensar en mujeres como la abuela de KATHERINE BISQUET: ese “león flaco/ frotándose/ contra las
paredes descorchadas de la casa” (frag. Un bohío en la Tundra).
Proyecciones de ayer y hoy por la amistad y la tierra. My Garden es un
proyecto de bandera cubana de la grafitera LUE.
Antología. Jamila Medina Ríos
Cartel y publicación de la residencia de creación Inservi (fue llevada por Yohayna Hernández, Marta María Borrás, Dianelis Diéguez, Martha Luisa y otresaliedes; nació en/desde el Laboratorio Ibsen, luego Laboratorio Escénico de Experimentación Social: LEES), en relación con Tubo de Ensayo)/ fanzine 2: Las impuras (preparacíón/ diseñadora del cartel y la cubierta: FULANA LETAL). El evento en 2019 contó con el Colectivo Universitario de Disidencia Sexual(CUDS) de los activistas chilenos Ernesto Orellana G.y Jorge Díaz. La alusión a impuras/impuras, tan llevada y traída para pensar a la mujer (entre moral, religiosidad y eros, como en K.M.) es clave en el imaginario cubano por la novelística de Miguel del Carrión.
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FULANA LETAL: En el caso del diseño, el grafiti y otras artes visuales, los títulos (en Instagram, sobre todo los #) suelen completar, refinar, ironizar uotorgar sentido a muchos mensajes. Así, el primer post lleva un verso de Silvio Rodríguez: “no hay nada aquí”; el segundo pertenece a la serieCasa Vacía; el cuarto reza: “está bien no estar siempre bien” #lalloreria; el séptimo espeta: “otro porno es posible” (en alusión a escapar de la retórica oficial y la cultura pautada por las instituciones; cosa que el “perreo” confirma); el mural es un feat. con Azul (infra)./ En consonancia con los primeros, la convergente preocupación de Nicole Delgado, D.C. y
L.R.I. por la migración caribeña (cubanos, dominicanos, haitianos, tantas veces por mar y hacia Puerto Rico, como “parte” de los EE.UU.).
Antología. Jamila Medina Ríos
AZUL: Parte del trabajo de la grafitera se caracteriza por mensajes de feminismo, sororidad, selflove y selfcare./ El cuarto post se llama,refiriéndose a un hongo que nace en las bostas de vaca, tras la lluvia, y suele consumirse en la isla: Psilocybe Cubensis.../Aunque el viaje de N.D. alude a una experiencia mexicana con una poeta y amiga de allí, la incursión en otras sensaciones y saberes alternativos coincide.
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edina Ríos
PIKYA pinta con un colectivo de grafiteros deCojímar que recuerdan no solo al grupo deperformance Omni Zona Franca, sino a los pioneros de La Banda, en Santa Fe,
a los que perteneció Ana Lyem Lara, dueña de ZenitTattoo. Apegada a tradiciones costeras, la cojimerarepresenta esta zona limítrofe de la capital no sin lanzar una defensa por las bañistas (Campaña @evolucionaporlanoviolencia #cuerpodeverano). Su tótem es la jirafa, aquí sirena
y cosmonauta. La musicalidad también sepredice en el dibujo, emparentándolo con el videoclip Fly (ilustrado por Arasay Hilario para Danay Suárez), sobre los sueños de una dj./ Los textos de Y.J. y T.Y.denuncian igualmente la violencia en distintas tesituras y sumadas al #niunamenos.
Antología. Jamila Medina Ríos
La diseñadora Rocío Morejón estuvo retomando en @massa_girls hasta 2023 las portadas de la revista Social, rediseñadas a partir de fotos de jóvenes del campo cultural cubano; posa aquí el artista visual Gabo Joya (yrecuérdese que el matrimonio gay solo recientemente fue aprobado en Cuba)./ Sobre Lilith no me extiendo, solo subrayo ese hacer de su intestino laserpiente, con la que se la identifica. Acompaña el segundo post el texto: “Mujer, tú eres matriz y oráculo dormido, mientras tu pie no pise hondo la huella de esas madres del recinto sagrado, que dejaron un trono para ti.Conquista tu herencia... respeta el legado nadando profundo. Enfrenta tu miedo, tu cómoda pasividad, tu ignorancia. Recuerda que las raíces de lo que ahora florece, fueron abonadas con la sabiduria, la sangre y las lágrimas de las que te antecedieron” #estudia #respetalaherencia.// En el tercero (para el videoclip de la conocida canción Drume negrita), se dirá: “Con la lengua secreta de las yerbas habla su boca en la oreja de una mujer. De mujer a mujer va el susurro de la curación. Eir de la salud, Eir la que resucita, Eir diosa, Eira bruja...valkiria... Dice la divinidad nórdica que no comas animales, ni leche, ni alcohol y que te mantengas casta, dice porque es diosabienhechora que despierta a los muertos. Manda la hembra con piel deinvierno y pelo rojo al viento de Odín”. El cuerpo, lo ancestral, la curación, también están en la poeta de Jamaica; como la sororidad hacia el amor de todes en D.S.
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Quedan disparos de los anhelos por documentar La Habana de EVELYN SOSA: entre lo púbico y lo público, con fotos y series como el 27 N, 53 mensajes, This is my inner world, Havanacuir, Love Portrait y, especialmente, Women portrait, que nos movió a ilustrar Candela Review. También el poema-registro de Eilyn Lombard, que nombra a las presas cubanas, comparteesa ansia de unir arte y vida, creación, reportaje y reportaje.
Vadeando las inscripciones de los EE. UU. (en tránsitos ciclísticos por Providence-Boston-Washington- Baltimore-Miami) juego a estar menos lejos de mí, identificando(me con) lo quepuedo, “lo que voy siendo” –como diría Lorenzo García Vega–. Sin saber y pugnando por leer en derredor, como cuando mi mejor analfabeta contemporánea quiso vivir en un tráiler miamense (L. R. I.)/ o como el poeta y fotógrafo FRANCISMATEO –quien ha hecho por atrapar los vestigios de la comunidad de su media isla en el Alto Manhattan–, a mi vez, hago equilibrios entre cancioneros y colecciones de playas de New England (cfr. frag. “Cont_estaciones”, Diario de Cuba), cuando no de grafitis, pancartas y stickers, dizque provocadores, de (des)amor, política ymusarañas. Pero no soy la única…
De vuelta a-la-que-llamo-casa, “en julio como en enero” (casi siempre de paso por Miami y aún sin llegar a Tampa),
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balde y paleta“ en otras playas, o emprenden sus propias travesías con/por un mar de fe.
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El viaje ha sido largo y podría serlo más... Mas me detengo porque no hay que verlo todo en una sola expedición. Y si se trata de los Caribes, revisitados de estos modos, de partir de los ecosistemas culturales de otras islas u otras artes, se abrirían tantas otras vías de conocerlo como vaya susurrando el material, desde y con sus asociaciones. No propongo un crucero recreativo ni digo que la tierra será de un verde esmeralda. Con Safiya Sinclair (y Glissant) sabemos que “nada crecerá aquí con cortesía./ Tal es nuestra naturaleza”. Importa, sí, descolonizar las miradas en estos acercamientos, desactivando la violencia del dispositivo de conquista y del orden heteronormativo patriarcal que ha hecho suyo lo natural y a la mujer, enseñoreándose alrededor nuestro, cercándonos mucho más que el mar. Sinclair expresa, a propósito: “Qué mundo quebradizo es el del hombre./ Autoinflamable, yo de ti abjuro. Y me vistode tu balbuceo como una diadema, esta corona moteada de dicciones, esta bioluminiscencia. Ávido depredador enroscado al borde de estos mapas./ Amo, ¿Puedo osar a desenjunglarlo?” Desasidas de esos anillos, sin esposas, podremos ver mejor las espirales de agua, los vientos y los sismos que nos quieran reunir, estremecidas por nuestra poética de las relaciones (sororas, amoeróticas ecorrítmicas).
Bibliografía8
Bisquet, Katherine (2021). Uranio empobrecido, Rialta (pdf pirata).
Collins Klobah, Loretta y Grau Perejoan, Maria (2020). The Sea Needs No Ornament/ El mar no necesitaornamento: A Bilingual anthology of contemporary Caribbean Women Poets, Peepal Tree.
Delgado, Nicole (s/f). Amoná (pdf pirata).
(2021). El Tecolote, Isabela, La Impresora.
Desimone, Arturo (2024). “Truenos y caracolas del Caribe holandés: un mirador a la poesía de Aruba y
Curaçao” (en prensa).
Fernández-Hernández, Paula (2021). “Desde el extremo opuesto del telescopio”: una mirada a las poetas dominicanas recientes”, Candela Review 1: 67-85.
Fressia, Alfredo (s/f). Para oír la isla (pdf pirata).
Glissant, Édouard (2017). Poética de la relación, Buenos Aires, Universidad Naiconal de Quilmes. Lombard, Eilyn (2023). Días de pelea, Ediciones Playa Sucia.
Mansur, Nara (coord.) (2023). 7 poetas cubanas contemporáneas, Buenos Aires, Milena Caserola. Nelson, John (s/f). Haití en femenino: Veintidós voces, CONEL Publishing, Canadá, s.f.
Pastor, Mara (s/f). Deuda natal (pdf pirata).
Pornoy, Ana (2019). Strawberries, Isabela, La Impresora.
Rodríguez Iglesias, Legna (2020). Título, Chicago, Kenning Editions. Salas Rivera, Raquel/Roque: C de casa, La Casa Latina, s.f.
8 El resto de los textos me fue enviado por las autoras.
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